Las paredes de los templos del antiguo reino de Siam mostraban la vida cotidiana de sus habitantes con numerosas referencias sexuales, un erotismo hoy olvidado en la moderna Tailandia y confinado a un pequeño museo privado de Bangkok.
Pinturas centenarias se mezclan con infinidad de amuletos fálicos y esculturas donde el coito -heterosexual, homosexual, con animales e incluso con dioses- es el protagonista en la sala “Kamavijitra”, palabra que en sánscrito significa “el arte de hacer el amor”.
“El sexo no era un tabú en la sociedad de Siam, pero con la llegada de los occidentales la cultura local fue adaptándose a los nuevos valores sociales procedentes del extranjero”, explica a Efe Uthaiphun Charuwattanakitti, propietario de la colección.
La galería, que abrió sus puertas hace más de ocho años en un céntrico apartamento capitalino, comenzó como un entretenimiento del coleccionista tailandés, quien durante sus viajes se aficionó a visitar diferentes museos centrados en la temática sexual.
“Casi todos exhiben copias de objetos o se enfocan en la industria pornográfica. Y además, a la salida tienen sus tiendas de venta. Yo buscaba algo diferentes para mi sala”, asegura el recolector, de 64 años, cuya primera pieza del museo cayó en sus manos a mediados de los años 80.
Desde entonces viajó por todos los rincones del país adquiriendo arcaicos artilugios sexuales y lienzos, a los que añadió otros de más reciente confección.
Una fila de decenas de penes de madera, piedra y metal con inscripciones talladas en lenguaje sagrado y adornadas con láminas de oro corona una amplia vitrina de la sala principal.
“Son amuletos bendecidos por veteranos monjes que conferían suerte y potencia sexual a sus portadores”, expone Watjanasin Charuwattanakitti, hijo del propietario y comisario de la muestra.
Entre los objetos consagrados también se halla una suerte de pañuelo con ilustraciones de diversas posiciones sexuales y culminado por el acto entre una esbelta mujer y una especia de verga con aspecto de Naga, un semidios de la mitología hinduista con forma de reptil.
En cuatro pequeñas habitaciones ambientadas según los diferentes estratos sociales de la época -nobleza, guerreros, siervos y esclavos- ilustra que a pesar de las diferencias económicas “todos practicaban el sexo con asiduidad”.
“Por entonces, si una esclava lograba proveer de suficiente placer al señor podía llegar a elevar su estatus y obtener una mayor libertad”, relata el comisario.
Hasta 1935 las leyes de Tailandia reconocían la poligamia, aunque era un derecho reservado solo para el hombre.
Uno de los retablos estampa episodios del clásico literario tailandés “Khun Chang, Khun Phaen” (1872) que relata el triángulo amoroso entre dos hombres y una joven que termina siendo ejecutada al no decantarse por uno de sus amantes, lo que -según el dueño- evidencia el estigma en la “promiscuidad” de la mujer.
En las obras de arte erótico no falta el humor, una de las características del erotismo de Siam -apunta el propietario-, con escenas de animales robando a los apasionados o la aparición de niños como si fueran querubines y que ayudan en el acto carnal a los fatigados adultos.
A pesar de que la homosexualidad y el bestialismo estaba ya censurados en la época, pruebas pictóricas demuestran que parte de la población era practicante.
Según datos del museo, unas 100 personas visitan el lugar cada mes, en su mayoría mujeres extranjeras procedentes de Estados Unidos, Australia y Hong Kong, previo pago de 500 bat (unos 13 euros o 16 dólares) por la entrada.
Entre los planes del museo está la restauración de algunas pinturas atacadas por el moho y la suciedad; y a medio plazo establecer una nueva sala en la ciudad costera de Pattaya, conocida por ser enclave principal de la ruta del turismo sexual en el país.
A pesar de haber caído en el olvido, el arte erótico de Siam aún conserva un soplo de esperanza.
“Los artistas de antes trabajaban para la comunidad, por eso no hay grandes nombres y un estilo prácticamente unificado (…) En la actualidad hay una serie de artistas del norte del país que trata de recuperar en sus obras la temática erótica clásica”, zanja el coleccionista.
SOURCE: CULTURA
Author: Noel Caballero (EFE)